Por fin llegamos a la Y
Boti: El cólico de dos de los miembros de la expedición el día anterior exigió reposo continuo en el mirador del hostal lo que nos permitió al día siguiente “madrugar” a las 8:30 para alimentarse en condiciones con un desayuno copioso y partir en minibús hacia una de las ultimas voluntades del Barrus: la famosa “Y”. El minibús nos dejó en Ölüdeniz, al borde del mar pero para acceder a la laguna azul tuvimos que caminar lo nuestro, peaje a medio camino incluido! Si, si tuvimos que pagar por ir a la playa, igual por eso de que le sitio ese es patrimonio de la UNESCO y esas cosas! La verdad es que era precioso y en ningún momento del viaje pensábamos que llegaríamos hasta allí pero; Prueba superada!
Nos tumbamos al sol, que no zurraba casi, todo el tiempo que pudimos en mi caso aguante 10
minutillos de nada y me fui con el Dave a nado unas millas hasta alcanzar un islote de enormes acantilados, como hombres aventureros que se nos supone desafiamos las leyes de la naturaleza saltando a las cristalinas aguas desde una altura de una veintena de metros. El Puch y el Furïs se quedaron retozando y acaparando los penetrantes rayos de Lorenzo! A nuestro regreso nos fuimos todos a la orilla a achicharrarnos como cochinillos, pero se estaba que daba gusto vernos.
Hacia las 14:00, el sol ganó la batalla y decidimos retirarnos a alimentar el buche a base de fruta que aparte de refrescar, es semi-barata, el bote no da para grandes comilonas en las terrazas de moda! Me parece casi tontería mencionar que comer, comimos a gusto!
Con la tripa “no vacía” regresamos al txiringuito de la playa para echar una potxa a la sombra! Nos dieron las 16:30 y pelín coloraditos le pedimos una revancha al sol debilitado, ya que nos tumbamos otro ratito! Solo la valentía o más bien diría la inconsciencia del señor Pujol nos hizo aguantar los embistes del sol que acabó definitivamente con nosotros poco antes de las 18:00. Nos defendimos como pudimos pero salimos con magulladuras todos menos el Furïs!
Dave: El resto del día no tuvo nada de especial. Volvimos a Fethiye, cenamos y salimos el tiempo justo para que el Sr. Boticario comprase unas joyas a su parienta. Buenas noches!!
Yo te bautizo como Diario del Atípico Mochilero Europeo; diario del viaje de Interrail del que escribe, Borja Pujol y los que me acompañan, David Olavaria, Erik Martín y Iosu Uría, su orden no está dispuesto por su importancia ni por supuesto, por su altura.
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