miércoles, 24 de julio de 2002

Rumbo a la Turquía profunda


Dave: Nos despertamos en el tren llegando a Ankara, por cierto que fue uno de los mejores, por no decir el mejor, que hemos cogido hasta ahora. Con la mochila al hombro fuimos de la estación de tren a la de autobús en metro, en el cual nos miraban como a bichos raros. Allí cogimos un bus en el que, junto a 3 orientales ramos los únicos extranjeros, nos llevó tras cuatro horas a Göreme, un pueblecito en el centro de Turquía y de la región de Capadocia. La peculiaridad de esta región son las rocas sedimentadas que adoptan formas bastantes extrañas (la mayoría parecen penes) y que la gente vive en cuevas excavadas en ellas. Nuestro hostal también era así, y nuestra habitación era un zulo que resultó de lo más acogedor, sobre todo para un Puck acostumbrado, como buen oso que es, a cohabitar las cavernas.

Dimos un paseo bastante ameno y nos fuimos a cenar un kebab. Después amenizamos la noche con una partida de pocha. Antes de ir a dormir Furïs, el Boti y yo decidimos ir a ver las estrellas aprovechando la poca luz. Puck cobarde y holgazán como pocos se quedo durmiendo en la habitación. Así fue que arriesgando nuestras vidas conseguimos ascender a un pico de altitud semejante al K2 sin importarnos la cantidad insospechosa de alimañas de todo tipo que nos atacó, y ya en la cima descubrimos una nueva constelación que bautizamos como “Melopea”, en honor a las que nos agarramos cada sábado. Tras un descenso igualmente lleno de peligros y adversidades y con leves heridas en nuestros hercúleos cuerpos nos fuimos a dormir acompañando al señor Puck.

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Yo te bautizo como Diario del Atípico Mochilero Europeo; diario del viaje de Interrail del que escribe, Borja Pujol y los que me acompañan, David Olavaria, Erik Martín y Iosu Uría, su orden no está dispuesto por su importancia ni por supuesto, por su altura.