sábado, 20 de julio de 2002

Noches Alegres, Mañanas Tristes

Dave: Nos despertamos con la resaca habitual de un domingo, pero con unas prisas y un estrés inusitado, debido a que teníamos que dejar la habitación a las 11:00 y eran las 10:55, con llamadas intensas desde recepción. Ducha rápida y trajín de maletas y en marcha para ver el museo de historia de Grecia al que las alemanas nos querían llevar y que, por ser domingo tenía entrada gratuita.

Decir que el museo no era nada del otro mundo, muchos cuadros, trajes y armas, pero se hacía ameno por los comentarios de un Pujol, que con la resaca que se trajinaba no andaba, sino que se arrastraba torpemente y quejaba de que le lleváramos a “esos sitios”. Tras esto fuimos a ver la curiosa guardia griega, que con un traje más típico de pastor de cabras que de soldado, se movían de una forma extraña pero de lo más acompasada. Así llegamos a un parque en el que descubrimos un trocito de cielo en forma de césped con sombra, donde nos echamos a pestuzar para, bien rodeados por los árboles del bosque, liberar nuestras mentes y relajarnos durante unos minutos en la tan mítica Atenas, ciudad de mitos, dioses y cultura.


Furïs: Después de haber estado pestuzando un buen rato en los frondosos jardines griegos fuimos, como siempre, a comer. Comimos kebabs, y la verdad es que estaban bastante buenos.

Una vez saciada nuestra hambre, fuimos al hostal donde habíamos dormido dos días para ver el Tour. Cuando llegamos la gente estaba viendo Formula 1, con un sorprendente Da Matta como líder y con Schumacher y compañía fuera de los puntos. Al final, ganó Barrichelo. A continuación, pusimos un cada vez más apasionante Tour. Lo más interesante de la carrera es que hubo ataques que Amstrong no pudo responder. Al final de la carrera, las distancias se acortaron y dos corredores del Euskaltel se situaron en 4º y 5º posición (Mayo y Zubeldia respectivamente).

Esa tarde compramos comida para la odisea turca y aprovechamos para ir a ver tiendas. Más tarde, nos paramos en un parquecillo cerca del hostal. Dave se divertía con un chaval que creemos que era autista. Pujol intentaba divertirse con una pelota, pero desistió al meterse un ostión contra el suelo y clavarse un cristal (no hay que olvidar su malhumorada resaca), y Boti y yo nos divertíamos con la pelota.

En la estación nos volvimos a encontrar de nuevo con los del San Patricio (Sabih y compañía), que también iban a Turquía. En el tren estuvimos hablando con unos catalanes muy majos, el cual estaba lleno de españoles. Los del Sanpa, los catalanes, un grupo grande de bilbainos y nosotros. No hay que olvidar que nos acompañaban nuestras amigas las alemanas.

El comentario del día son los coleguitas del Dave y del Boti de su compartimento (los crios de Spiderman y Spanishman). Puch y yo dormimos en otro compartimento, con una familia y un tipo.

viernes, 19 de julio de 2002

Un buen jamón y un malísimo queso


Pujol: Nuestro despertar a la mañana siguiente fue tardío debido a la inutilidad del pregonero para poner el despertador. Nuestra habitación repleta de gente, ansiaba el aire puro que sólo en algunos lugares abiertos se consigue inspirar.

Después de una presurosa ducha partimos hacia aquello que todo el mundo deseó, deseo y deseará ver en Atenas y que nos da una imagen viva de lo que en una antigüedad lejana pudo ser la convivencia y las relaciones humanas.

Como ya desde la noche anterior sabíamos perfectamente donde se situaba la entrada de la Acrópolis, fuimos de manera rápida hacia ello. Antes pasamos por las numerosas y bien adecuadas terrazas que se sitúan en la zona de la Plaka.

Una vez allí vimos el percal y la desilusión del grupo fue clara. Aquello que tan bello parecía a la luz de la luna con los focos de distintos colores iluminando esas ruinas de mármol antiquísimas; quedaba desprestigiado con el gentío de distintos países que abundaban en la meseta donde la Acrópolis se sitúa y con las numerosas obras, que con el objetivo de que Atenas estuviese de punto en blanco en los juegos olímpicos del siguiente año, se estaban realizando.

Aun así, la Acrópolis y, sobre todo, el Partenón es lo que es. Una obra arquitectónica de un valor incalculable e inmensamente bella, que de esta forma perdurará en nuestra retina, por lo menos en la mía.

La visita seguía con el paseo por el Ágora, gran llanura en la falda de la Acrópolis donde existen monumentos y edificios que datan de la época griega y de la dominación romana. Esta parte poseía elementos mejor conservados, pero que no llegaban a la majestuosidad de lo visto hasta ese momento.

Acabada la caminata por esta última zona y queriendo encontrar un sitio para comer, encontramos un pequeño “bazar” donde estuvimos observando lo que nos ofertaban.

Después de comer nos dirigimos al hostal con la intención de descansar un poco viendo la TV. Con la suerte de que nos encontramos con una bellísima etapa de ciclismo, en la que un flojo Amstrong perdía unos segundos importantísimos sobre Ulrich. Ale Ulrich!!

Dave: Apunte a Pujol, al que se le olvida mencionar el fugaz encuentro que tuvimos en la Acrópolis con un trío arbitral español (creemos que el de “Rafa, no me jodas”). Me apunto con Pujol a decir que, aunque un poco desilusionados por obras y turistas, la Acrópolis me pareció fascinante.

Tras visitas y etapas ciclistas indagamos sobre los lugares para salir, y nos dirigimos hacia ellos después de ponernos “guapas” y quedar con nuestras amigas alemanas. Se llaman Lisa y Verena y nos han caído muy bien a todos, así que allí nos fuimos. Bebimos unas birrillas andando por la calle y no encontramos ningún lugar en el que poder demostrar nuestras dotes como expertos bailarines, así que nos compramos unas cervecitas más y nos subimos a la mencionada roca del Acrópolis, y allí charlamos y nos hicimos amigos de unos griegos guitarristas, muy a gusto.

Así que decidimos que ya estaba bien y acompañamos a las alemanas a su hostal, cuando de repente el todopoderoso tuvo a bien concedernos un don en forma de bar de copas de gente bailando. Por supuesto, los dones del señor no son baratos, y cuando vimos que una copa valía 7€ decidimos que con una valía (comentar que el boti hizo la del cuco, dejaba la copa vacía cerca de otra llena, y al rato cogía la llena). Allí dimos una exhibición de baile (todo el bar nos miraba) y el señor Pujol sentó cátedra en la materia, dejando boquiabiertos a todos los dioses del Olimpo. Así fue que ya cansados, dejamos a las alemanas en casa y volvimos (como pudimos) a nuestro querido “zulo” donde nos esperaban nuestros amados sacos. A dormir…!!!

jueves, 18 de julio de 2002

La odisea del Poseidonia

Furïs: Me levanté y estaba rodeado de personas que dormían como yo en la cubierta. Mis colegas de mochila habían hecho farra y acabaron durmiendo en un lugar en el interior. Estuve casi toda la mañana con los madrileños y las alemanas que habíamos conocido el día anterior.

Estuvimos todo el día en la cubierta y parecía que las horas no pasaban. Había tramos en el que el paisaje era bello y la mirada se perdía en el mar infinito.

Por fin, llegamos a Patras, lugar que solo nos interesó para buscar comida. Hacía las 17:00 partimos hacía Atenas, el paisaje era bello a la par de curioso. En un lado, veías verdes montañas y en el otro aguas cristalinas. Lo curioso fue que el tren pasaba por el centro de los pueblos e inclusive separaba terrazas en dos.

Hay que hacer una mención aparte al tren que nos llevó a Atenas. Primero, porque traqueteaba constantemente y segundo porque como no existen barreras en los pasos de nivel, viajamos 4 horas oyendo los bocinazos que pegaba el conductor ¡¡Así no hay quien viaje!! Llegando a Atenas el paisaje se convirtió en industrial y feo.

Al anochecer, llegamos a Atenas y cogimos el metro para ir al hostal.


Dave: Escogimos un hostal un poco carillo y que no tenía las mayores comodidades, pero que esta situado en una calle finísima en el centro de Atenas y a 10 minutos de la Acrópolis andando. Después de la necesaria ducha salimos a hacernos los bocatas y compramos unas birrillas que fuimos bebiendo por las callejuelas de esta enorme ciudad. Caminando, caminando por las faldas de la montaña sobre la que esta situada la Acrópolis cuando vimos un grupo de gente subiendo a una roca. Decidimos seguirlos y nos encontramos con uno de los lugares más impresionantes en esta semana escasa que llevamos de viaje. El lugar en cuestión es una roca que se levanta a escasos 300 metros de la Acrópolis, la cual esta iluminada de una forma preciosa y con la luna saliendo a través de las columnas del Partenón, y girando la cabeza se veían las luces de Atenas, que con sus cerca de 3,5 millones de habitantes, se extendían hasta el horizonte.



Además en uno de los grupillos de gente que allí se reunía había uno tocando con su guitarra unas canciones muy adecuadas para el momento, y allí nos pusimos a pensar en Platón y toda la gente que podría haber pasado por allí con el transcurso de los siglos. Fue una sensación inmejorable, un momento de paz y relajación, se lo recomiendo a todo el mundo. Con el corazón alegre y las piernas cansadas volvimos al hostal a dormir, no sin antes el señor Pujol demostrase su terrible habilidad para realizar acrobacias sobre las superficies deslizantes. He de mandar desde este diario a un compañero que nos hizo compañía durante un breve espacio de tiempo pero que nos causo una especial simpatía: un perro callejero que nos acompaño por la Acrópolis. ¡¡¡Que la vida te sonría, mi canido amigo!!!

miércoles, 17 de julio de 2002

Del barco de Txanquete no nos moverán

Furïs: Llegamos a Brindisi a las 7:00 de la mañana, y en poco tiempo nos dimos cuenta de que en ese pueblo había poca cosa que ver, y que nos esperaba un duro día, pues el barco salía a las 20:00. Lo primero que hicimos al llegar allá fue reservar el billete. Como en el pueblo nos dijeron que no podían realizar esa gestión y que había que realizarla en el propio puerto, pues decidimos ir al puerto. El tema era que el puerto estaba a 4 o 5 Km.

Íbamos a coger el autobús pero como nos dijeron que el bus salía a las 17:30, por lo que, decidimos ir a pata (teníamos que asegurarnos el billete). El camino comenzó por una parte del puerto, eran las 8:30 AM., y no hacía excesivo calor. Paramos en un bar para comprar provisiones de agua, y preguntar el camino.

Serían las 9:00 AM cuando el camino se torno en una carretera infinita, en el que el asfalto desprendía ya un calor intenso. Un tipo cualquiera nos ofreció ir en taxi, pero como buenos mochileros decidimos terminar la caminata que empezamos. Después de mucho tiempo sufriendo, llegamos a nuestro destino. El puesto de venta de billetes estaba cerrado. Creímos que abrirían en poco tiempo lo cual fue una terrible equivocación. Empezaba nuestra particular odisea de espera.

Al rato, llego un grupo de 4 personas (2 españoles y 2 alemanas). Este fue nuestro primer contacto social de mochileros. Hay que decir que gracias a ellos, la espera fue más amena.

Después de una larga espera abrieron la ventana y compramos los billetes, a continuación, nos sentamos en un chiringuito que había en ese lugar, y allí continuo nuestra espera y nuestra odisea.

Charlamos, comimos, jugamos a cartas, etc. y seguía la espera. A todo esto, hay que añadirle “el Sol desértico” que nos acompañaba. A las 16:00 nos dirigimos al barco, pues supuestamente se podía empezar a embarcar a esa hora. Cual fue nuestra sorpresa cuando nos dijeron que todavía no se podía embarcar. Nuestra odisea continuaba. Por fin, 2 horas después nos dejaron embarcar. Ah! Se me olvidaba un pequeño detalle, uno de los españoles que nos acompañaba nos dijo que la última vez que hizo ese trayecto en el barco había una piscina de agua salada. Imaginadnos a nosotros deseando embarcar para poder pegarnos un chapuzón, la cara que se nos quedo cuando nos dijeron que nuestro ferry no tenía piscina. Al menos, pudimos darnos una ducha (la 2ª en cinco días).

La hora prevista de salida era a las 20:00, como no, salimos con retraso de una hora aproximadamente. Entramos los primeros en el barco por lo que, pudimos coger un buen lugar en la cubierta. El viaje se presumía largo y duro, pero así es la vida del mochilero. Creo que al final será una ¡¡dulce odisea!!

La tontería del día fue cortarnos las mangas y ponérnoslas en la cabeza.


Pujol: Ante la posibilidad de que la farra en el ferry fuera de interés y que la piscina fuese lugar de residencia del personal al día siguiente, amenizó la larga espera en un lugar alejado de la mano de Dios.

Pero ni una cosa ni la otra sucedió horas más tarde. En el caso de la piscina simplemente nos cayó como un jarro de agua fría, pero en el de la farra tampoco necesitamos mucho para organizarla.

Los tres amigos del alcohol de este viaje nos enfundamos el mono de trabajo, y comenzamos a hacer lo que mejor sabemos realizar, vaciar botellas. El resultado del vaivén del barco y el alcohol fue la amistad con unas madrileñas que habían terminado COU (muy simpáticas a pesar de la apariencia inicial) y una kurda fenomenal. Íbamos como un belén. No creo que hubiese ser que se acercase a nuestro estado pestilente.

La alegría no duro demasiado debido a que en el disco-bar no estaban pinchando ningún tipo de música. Entonces, ¿Por qué coño le llaman disco-bar? La relación con los griegos empieza mal.
Apartado especial merece el vinagre camarero del txiringuito del barco. ¡¡Vive y deja vivir, señor!!


martes, 16 de julio de 2002

“Si ves las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar"

Furïs: Esta noche ha sido la peor. 1º por el incomodo lugar donde hemos tenido que dormir (como no, en el tren), 2º por el coñazo que ha dado el Peio (el picador) y el Guti (el de la aduana).

La visita a Venecia ha sido una visita relámpago. Últimamente, esto se ha convertido en lo habitual. Fuimos andando desde la estación de trenes hasta la plaza San Marcos, la cual estaba bastante lejos.

Como cosa curiosa, comentar que nos encontramos con dos del San Patricio.


Como había que pagar un suplemento para el tren Venecia – Brindisi, decidimos ir a Bolonia, y aprovechamos para hacer otra visita relámpago. Salimos de la estación y fuimos hacia la plaza mayor. Nos paramos en el camino para comer. Después de comer, vimos una peluquería y conseguimos que boti se rapase el pelo.
¡¡¡¡Prueba conseguida!!!!

La verdad es que fue un gran “shock” ver al nuevo boti, porque parecia el marciano jefe de la película “Mars Attack”, no te enfades, eh boti!! Que sigues siendo una bella persona (interiormente).

Llegamos a la plaza mayor, en donde había un montón de edificios culturales. No podíamos irnos de Bolonia sin probar Espaguetis a la Boloñesa, así que fuimos a cenar a un restaurante. El restaurante era bastante corriente, y la comida también, eso si, nos cobraron bastante.

El comentario que hay que hacer de Bolonia es que esta lleno de perlados.

Dave: Profundizaré un poco en los comentarios del Furïs. Ciertamente el viaje en tren desde Ljublijana hasta Venecia fue el peor hasta el momento. Ya bajamos del tren cansados, así que no acogimos Venecia con muy buenos ojos. Aun así, me gusto mucho, callejuelas y canales hasta llegar a la plaza de San Marcos y sus aledaños. Es realmente bonita de no ser por la cantidad ingente de turistas que pululaban por todos lados. Volvimos arrastrándonos como pudimos hasta la estación, y tras un breve viaje (2 horas) nos plantamos en Bolonia. Una ciudad bonita por lo poco que pudimos ver y que en la que tiene que haber mucha farra por los comentarios de nuestra Biblia. También es reseñable que es con diferencia el lugar con más perlis desde que salimos del hogar.
Por fin cumplí con la obligación de tomar unos auténticos espaguetis a la boloñesa, muuuyyy finos, pero también muy caros, y además, como los de mi mama… Forzando la maquina al tren y a seguir viaje hasta nuevo destino, aunque nos llevamos buen recuerdo de Bolonia, todos menos el Boti, que se deja unos cuantos kilos de pelo. Bueno, a cascarla.



lunes, 15 de julio de 2002

El pez humano


Dave: Amanecemos temprano en el albergue de Ljublijana habiendo descansado placidamente. El desayuno, a base de engrudo de corn-flakes y tostadas con Nocilla humedecida y con un néctar de frutas de color extraño, nos puso las pilas para una intensa jornada. Cometimos un pequeño hurto (botecillos de Nocilla para sobrevivir otro día) y nos dimos de baja en el albergue que tan amablemente nos cobijó. Maletones a la consigna y tren rumbo al lago de Bled. Tras una hora escasa, llegamos al paraje, francamente precioso, típico lago rodeado de pinos con isla con castillo incluido. Alquilamos un bote y el señor boticario y mi menda imprimimos una fuerza inusitada a la embarcación en vista de la ineptitud que poseen el Furïs y el Puck para esto del remo. Después de llegar a la isla y ver el castillo nos aderezamos un baño en gallunbos debido a nuestra necedad a la hora de escoger el contenido de nuestra maleta. Recomendación: si vais a ir a un lago llevad un bañador.












Pujol: La toma de la gruta: El Pez Humano

En el subterráneo cárstico viven numerosos animales de las cuevas y especies de escarabajos, salmonetes, arañas, cangrejitos, ciempiés… El más conocido es el Pez Humano o en latín “Proteus Anquismis”. Amable invitación, Postojnska Soma.

Cosas raras han pasado en el viaje pero compartir espacios con el conocidísimo Pez Humano ha sido probablemente lo más impactante de lo recorrido hasta ahora.

Este suceso ocurrió en Posthoga, pueblo de 8.000 habitantes en el que posiblemente el turismo forma parte importantísima de sus ingresos. Gente poco amable lo pueblan, ya que algún gruñido tuvimos que oír ante nuestro asombro.

El interés de este pueblo reside en la existencia de un paisaje de origen calcáreo, es decir, de estalactitas y estalagmitas, donde habita el animal entre los animales: El Pez Humano.

La visita se realiza mediante un tren, lo que crea un bienestar general en el grupo. El mismo panfleto que nos informa de la existencia del Pez Humano nos advierte del frió extremo que hace en la gruta. Una temperatura constante de 8ºC que podía haber hecho estragos en la salud de pregonero, ya que no llevó su jersey consigo y a pesar de mi recomendación. Debido a la previsión de la organización pudimos alquilarle un disfraz, que le acercaba todavía más a la apariencia de Sam.

Desde allí nos fuimos un poco cansados a la statione para tener que esperar un tiempo representativo allí, por un pequeño problema en un super.


Boti: ¡¡No tuto sin alegrias!! En estos momentos estamos sufriendo una de las peores agonías: tren a las 3:20 de la matina, ¡Que cojones! El único consuelo que me queda es que nos espera un vagón de tren de los más rústicos que apenas nos dejará conciliar el sueño.

domingo, 14 de julio de 2002

Apartado: “Teo descubre el mundo”

Pujol: En este apartado mi persona, y los personajillos que me acompañan describiremos formas de relacionarse con la gente o en la convivencia en una ciudad extranjera, con el respectivo nombre de la teoría.

Teoría del Gancho:
El plan consiste en fijarse en un grupo numeroso y seguirles hasta encontrar el garito de moda al que todo ser de interés acude.

Si el grupo es de tías es muy importante no poner la cara de salidos que en muchas ocasiones (por no decir en todas) algunos ponen. Si no es así, es probable que las mujeres se acerquen a los primeros maromos que encuentren y que se organice una señora tangana, o en el mejor de los casos que llamen a la policía y te traten como el peor de los delincuentes.

Si el grupo es de tíos se debe de vestir de una forma cercana a la masculinidad absoluta ya que siempre existe en el grupo un marica (Dave) que puede darte la caca y hasta si has bebido muchísimo que pille contigo.


Dave: En referencia a lo anterior, Pujol es un idiota. Comentando la noche en Ljublijana, las terrazas que comentaba el Furïs se redujeron a comprar unas birras en un chiringo y a bebérnoslas en unas escaleras de la plaza más céntrica en las que se sentaban todos los perlis de la zona. Cuando estábamos apagando nuestra sed con el refrescante líquido, unas mujeres (por no decir 16añeras) empezaron a castigarnos con miraditas y acto seguido vinieron a increparnos en un ingles un tanto….como diría yo…esloveno. Nosotros, coartados ante tamaña osadía reaccionamos como los puros y virginales donceles que somos y no sabiendo muy bien si querían pillar o vacilar, no nos quedo más remedio que continuar con nuestras mofas.

De la sartén al fuego



Pujol: saliendo de Venecia, ciudad en lo que sólo hemos estado en la estación y a la que volveremos próximamente, recordamos nuestra estancia nocturna en la estación de Verona. Lo peor calaña estaba allí presente. Menos mal que Stallone Uría considero fundamental, que con su musculoso cuerpo, debía vigilar las maletas y la integridad del resto de la expedición.

Yo me desperté vivo y con la maleta, cosa que no pensaba que iba a pasar en semejantes circunstancias. Entonces me di cuenta de lo que alli sucedía: Dave Pavarotti estaba dando un concierto con toda aquella gente mirando con cara disonante con lo que yo poseía después de haber sobrevivido. Por ello, decidí unirme a musculitos en la labor de salvaguarda del fregonas y Pavarotti que cada vez con más alto volumen seguía con su repertorio.

Dave: Estamos ya en la 1º estación eslovena después de Trieste. Los lugareños conocen esta aldea como Tiphook, poblado bello donde los haya. Estamos disfrutando de uno de los viajes más apacibles, charlando del trayecto, tour y demás. Parece que nos acostumbramos poco a poco a las inclemencias del viaje, que no son pocas. El paso por Venecia ha sido lamentable: nos hemos asomado a las escaleras de la estación con la única intención de hincarnos un bocata de york, bajo la atenta mirada de cientos de palomas con ojos inyectados de sangre. Ahora mismo, Pujol pestila y he de hacer una mención a la extrema oscuridad que se h adueñado de las plantas de los pies del Boti. El jodio del Uría acaba de joder nuestro único recurso de ocio: el libro de 40 hojas de Don Heraclio. Con esto y haciendo mención a los increpes que me están haciendo debido a mi grácil facilidad para entrar en un estado de concentración absoluta que ellos creen que es somnolencia y que disimulo con unos leves y bellos ruidos guturales. Hasta otra….

Furïs: Llegada a Ljublijana. Fuimos en busca de nuestro primer albergue. Por supuesto, sin haber hecho reserva y a la aventura. Llegamos al primer albergue y tuvimos suerte porque había habitaciones libres. El albergue estaba bastante bien y tenía Internet gratis.

Por fin, primera ducha después de “X” días(+-2). Volvimos a nacer después de la ducha. Ya bien aseados y guapos fuimos a pasear por la ciudad.

Hay que destacar la limpieza de sus calles, sobretodo que todo esta como nuevo(es como una ciudad naciente). El hambre es nuestra única obsesión de este viaje, por lo que, como no, fuimos a comprar comida. En ese momento, nos dimos nuestro primer capricho comprando unas napolitanas. Seguidamente, fuimos hacia el famoso triple puente -bello y curioso-.

De ahí, partimos al castillo, en la cual había que ascender cuestas de la guisa del Angliru o peor. Es un hermoso castillo por lo que su ascensión a la torre era obligatoria. Después de miles de escaleras en forma de caracol, llegamos a la cima. Y nuestra forma de celebrarlo fue como no, con un gran bocata de york. Hay que decir que en este momento hay un odio compulsivo hacia este manjar. En el descenso convencimos al enano de la fregona para que se rapará la fregona de su gran cabeza. Veremos si lo hace.

Después de haber estado durmiendo el primer día en el tren y el segundo en la estación de Verona y del duro día de paseo de Ljublijana, nos fuimos a dormir al albergue nuestra merecida siesta. Dormimos solo una hora, en la cual, mi persona sufrió algo indescriptible, me costo un mundo y medio levantarme de la cama.

Salimos a tomar algo, había poca farra pero lo que si había era un ambiente agradable para tomar algo en alguna de sus terrazas.

¡¡¡¡1º noche en una cama!!!!(Espero que no sea la última)
Yo te bautizo como Diario del Atípico Mochilero Europeo; diario del viaje de Interrail del que escribe, Borja Pujol y los que me acompañan, David Olavaria, Erik Martín y Iosu Uría, su orden no está dispuesto por su importancia ni por supuesto, por su altura.