Pujol: saliendo de Venecia, ciudad en lo que sólo hemos estado en la estación y a la que volveremos próximamente, recordamos nuestra estancia nocturna en la estación de Verona. Lo peor calaña estaba allí presente. Menos mal que Stallone Uría considero fundamental, que con su musculoso cuerpo, debía vigilar las maletas y la integridad del resto de la expedición.
Yo me desperté vivo y con la maleta, cosa que no pensaba que iba a pasar en semejantes circunstancias. Entonces me di cuenta de lo que alli sucedía: Dave Pavarotti estaba dando un concierto con toda aquella gente mirando con cara disonante con lo que yo poseía después de haber sobrevivido. Por ello, decidí unirme a musculitos en la labor de salvaguarda del fregonas y Pavarotti que cada vez con más alto volumen seguía con su repertorio.
Dave: Estamos ya en la 1º estación eslovena después de Trieste. Los lugareños conocen esta aldea como Tiphook, poblado bello donde los haya. Estamos disfrutando de uno de los viajes más apacibles, charlando del trayecto, tour y demás. Parece que nos acostumbramos poco a poco a las inclemencias del viaje, que no son pocas. El paso por Venecia ha sido lamentable: nos hemos asomado a las escaleras de la estación con la única intención de hincarnos un bocata de york, bajo la atenta mirada de cientos de palomas con ojos inyectados de sangre. Ahora mismo, Pujol pestila y he de hacer una mención a la extrema oscuridad que se h adueñado de las plantas de los pies del Boti. El jodio del Uría acaba de joder nuestro único recurso de ocio: el libro de 40 hojas de Don Heraclio. Con esto y haciendo mención a los increpes que me están haciendo debido a mi grácil facilidad para entrar en un estado de concentración absoluta que ellos creen que es somnolencia y que disimulo con unos leves y bellos ruidos guturales. Hasta otra….
Furïs: Llegada a Ljublijana. Fuimos en busca de nuestro primer albergue. Por supuesto, sin haber hecho reserva y a la aventura. Llegamos al primer albergue y tuvimos suerte porque había habitaciones libres. El albergue estaba bastante bien y tenía Internet gratis.
Por fin, primera ducha después de “X” días(+-2). Volvimos a nacer después de la ducha. Ya bien aseados y guapos fuimos a pasear por la ciudad.
Hay que destacar la limpieza de sus calles, sobretodo que todo esta como nuevo(es como una ciudad naciente). El hambre es nuestra única obsesión de este viaje, por lo que, como no, fuimos a comprar comida. En ese momento, nos dimos nuestro primer capricho comprando unas napolitanas. Seguidamente, fuimos hacia el famoso triple puente -bello y curioso-.
De ahí, partimos al castillo, en la cual había que ascender cuestas de la guisa del Angliru o peor. Es un hermoso castillo por lo que su ascensión a la torre era obligatoria. Después de miles de escaleras en forma de caracol, llegamos a la cima. Y nuestra forma de celebrarlo fue como no, con un gran bocata de york. Hay que decir que en este momento hay un odio compulsivo hacia este manjar. En el descenso convencimos al enano de la fregona para que se rapará la fregona de su gran cabeza. Veremos si lo hace.
Después de haber estado durmiendo el primer día en el tren y el segundo en la estación de Verona y del duro día de paseo de Ljublijana, nos fuimos a dormir al albergue nuestra merecida siesta. Dormimos solo una hora, en la cual, mi persona sufrió algo indescriptible, me costo un mundo y medio levantarme de la cama.
Salimos a tomar algo, había poca farra pero lo que si había era un ambiente agradable para tomar algo en alguna de sus terrazas.
¡¡¡¡1º noche en una cama!!!!(Espero que no sea la última)
Yo me desperté vivo y con la maleta, cosa que no pensaba que iba a pasar en semejantes circunstancias. Entonces me di cuenta de lo que alli sucedía: Dave Pavarotti estaba dando un concierto con toda aquella gente mirando con cara disonante con lo que yo poseía después de haber sobrevivido. Por ello, decidí unirme a musculitos en la labor de salvaguarda del fregonas y Pavarotti que cada vez con más alto volumen seguía con su repertorio.
Dave: Estamos ya en la 1º estación eslovena después de Trieste. Los lugareños conocen esta aldea como Tiphook, poblado bello donde los haya. Estamos disfrutando de uno de los viajes más apacibles, charlando del trayecto, tour y demás. Parece que nos acostumbramos poco a poco a las inclemencias del viaje, que no son pocas. El paso por Venecia ha sido lamentable: nos hemos asomado a las escaleras de la estación con la única intención de hincarnos un bocata de york, bajo la atenta mirada de cientos de palomas con ojos inyectados de sangre. Ahora mismo, Pujol pestila y he de hacer una mención a la extrema oscuridad que se h adueñado de las plantas de los pies del Boti. El jodio del Uría acaba de joder nuestro único recurso de ocio: el libro de 40 hojas de Don Heraclio. Con esto y haciendo mención a los increpes que me están haciendo debido a mi grácil facilidad para entrar en un estado de concentración absoluta que ellos creen que es somnolencia y que disimulo con unos leves y bellos ruidos guturales. Hasta otra….

Por fin, primera ducha después de “X” días(+-2). Volvimos a nacer después de la ducha. Ya bien aseados y guapos fuimos a pasear por la ciudad.
Hay que destacar la limpieza de sus calles, sobretodo que todo esta como nuevo(es como una ciudad naciente). El hambre es nuestra única obsesión de este viaje, por lo que, como no, fuimos a comprar comida. En ese momento, nos dimos nuestro primer capricho comprando unas napolitanas. Seguidamente, fuimos hacia el famoso triple puente -bello y curioso-.
De ahí, partimos al castillo, en la cual había que ascender cuestas de la guisa del Angliru o peor. Es un hermoso castillo por lo que su ascensión a la torre era obligatoria. Después de miles de escaleras en forma de caracol, llegamos a la cima. Y nuestra forma de celebrarlo fue como no, con un gran bocata de york. Hay que decir que en este momento hay un odio compulsivo hacia este manjar. En el descenso convencimos al enano de la fregona para que se rapará la fregona de su gran cabeza. Veremos si lo hace.
Después de haber estado durmiendo el primer día en el tren y el segundo en la estación de Verona y del duro día de paseo de Ljublijana, nos fuimos a dormir al albergue nuestra merecida siesta. Dormimos solo una hora, en la cual, mi persona sufrió algo indescriptible, me costo un mundo y medio levantarme de la cama.
Salimos a tomar algo, había poca farra pero lo que si había era un ambiente agradable para tomar algo en alguna de sus terrazas.
¡¡¡¡1º noche en una cama!!!!(Espero que no sea la última)

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