Furïs: Llegamos a Brindisi a las 7:00 de la mañana, y en poco tiempo nos dimos cuenta de que en ese pueblo había poca cosa que ver, y que nos esperaba un duro día, pues el barco salía a las 20:00. Lo primero que hicimos al llegar allá fue reservar el billete. Como en el pueblo nos dijeron que no podían realizar esa gestión y que había que realizarla en el propio puerto, pues decidimos ir al puerto. El tema era que el puerto estaba a 4 o 5 Km.
Íbamos a coger el autobús pero como nos dijeron que el bus salía a las 17:30, por lo que, decidimos ir a pata (teníamos que asegurarnos el billete). El camino comenzó por una parte del puerto, eran las 8:30 AM., y no hacía excesivo calor. Paramos en un bar para comprar provisiones de agua, y preguntar el camino.
Serían las 9:00 AM cuando el camino se torno en una carretera infinita, en el que el asfalto desprendía ya un calor intenso. Un tipo cualquiera nos ofreció ir en taxi, pero como buenos mochileros decidimos terminar la caminata que empezamos. Después de mucho tiempo sufriendo, llegamos a nuestro destino. El puesto de venta de billetes estaba cerrado. Creímos que abrirían en poco tiempo lo cual fue una terrible equivocación. Empezaba nuestra particular odisea de espera.
Al rato, llego un grupo de 4 personas (2 españoles y 2 alemanas). Este fue nuestro primer contacto social de mochileros. Hay que decir que gracias a ellos, la espera fue más amena.
Después de una larga espera abrieron la ventana y compramos los billetes, a continuación, nos sentamos en un chiringuito que había en ese lugar, y allí continuo nuestra espera y nuestra odisea.
Charlamos, comimos, jugamos a cartas, etc. y seguía la espera. A todo esto, hay que añadirle “el Sol desértico” que nos acompañaba. A las 16:00 nos dirigimos al barco, pues supuestamente se podía empezar a embarcar a esa hora. Cual fue nuestra sorpresa cuando nos dijeron que todavía no se podía embarcar. Nuestra odisea continuaba. Por fin, 2 horas después nos dejaron embarcar. Ah! Se me olvidaba un pequeño detalle, uno de los españoles que nos acompañaba nos dijo que la última vez que hizo ese trayecto en el barco había una piscina de agua salada. Imaginadnos a nosotros deseando embarcar para poder pegarnos un chapuzón, la cara que se nos quedo cuando nos dijeron que nuestro ferry no tenía piscina. Al menos, pudimos darnos una ducha (la 2ª en cinco días).
La hora prevista de salida era a las 20:00, como no, salimos con retraso de una hora aproximadamente. Entramos los primeros en el barco por lo que, pudimos coger un buen lugar en la cubierta. El viaje se presumía largo y duro, pero así es la vida del mochilero. Creo que al final será una ¡¡dulce odisea!!
La tontería del día fue cortarnos las mangas y ponérnoslas en la cabeza.
Íbamos a coger el autobús pero como nos dijeron que el bus salía a las 17:30, por lo que, decidimos ir a pata (teníamos que asegurarnos el billete). El camino comenzó por una parte del puerto, eran las 8:30 AM., y no hacía excesivo calor. Paramos en un bar para comprar provisiones de agua, y preguntar el camino.
Serían las 9:00 AM cuando el camino se torno en una carretera infinita, en el que el asfalto desprendía ya un calor intenso. Un tipo cualquiera nos ofreció ir en taxi, pero como buenos mochileros decidimos terminar la caminata que empezamos. Después de mucho tiempo sufriendo, llegamos a nuestro destino. El puesto de venta de billetes estaba cerrado. Creímos que abrirían en poco tiempo lo cual fue una terrible equivocación. Empezaba nuestra particular odisea de espera.
Al rato, llego un grupo de 4 personas (2 españoles y 2 alemanas). Este fue nuestro primer contacto social de mochileros. Hay que decir que gracias a ellos, la espera fue más amena.
Después de una larga espera abrieron la ventana y compramos los billetes, a continuación, nos sentamos en un chiringuito que había en ese lugar, y allí continuo nuestra espera y nuestra odisea.
Charlamos, comimos, jugamos a cartas, etc. y seguía la espera. A todo esto, hay que añadirle “el Sol desértico” que nos acompañaba. A las 16:00 nos dirigimos al barco, pues supuestamente se podía empezar a embarcar a esa hora. Cual fue nuestra sorpresa cuando nos dijeron que todavía no se podía embarcar. Nuestra odisea continuaba. Por fin, 2 horas después nos dejaron embarcar. Ah! Se me olvidaba un pequeño detalle, uno de los españoles que nos acompañaba nos dijo que la última vez que hizo ese trayecto en el barco había una piscina de agua salada. Imaginadnos a nosotros deseando embarcar para poder pegarnos un chapuzón, la cara que se nos quedo cuando nos dijeron que nuestro ferry no tenía piscina. Al menos, pudimos darnos una ducha (la 2ª en cinco días).
La hora prevista de salida era a las 20:00, como no, salimos con retraso de una hora aproximadamente. Entramos los primeros en el barco por lo que, pudimos coger un buen lugar en la cubierta. El viaje se presumía largo y duro, pero así es la vida del mochilero. Creo que al final será una ¡¡dulce odisea!!
La tontería del día fue cortarnos las mangas y ponérnoslas en la cabeza.

Pujol: Ante la posibilidad de que la farra en el ferry fuera de interés y que la piscina fuese lugar de residencia del personal al día siguiente, amenizó la larga espera en un lugar alejado de la mano de Dios.
Pero ni una cosa ni la otra sucedió horas más tarde. En el caso de la piscina simplemente nos cayó como un jarro de agua fría, pero en el de la farra tampoco necesitamos mucho para organizarla.
Los tres amigos del alcohol de este viaje nos enfundamos el mono de trabajo, y comenzamos a hacer lo que mejor sabemos realizar, vaciar botellas. El resultado del vaivén del barco y el alcohol fue la amistad con unas madrileñas que habían terminado COU (muy simpáticas a pesar de la apariencia inicial) y una kurda fenomenal. Íbamos como un belén. No creo que hubiese ser que se acercase a nuestro estado pestilente.
La alegría no duro demasiado debido a que en el disco-bar no estaban pinchando ningún tipo de música. Entonces, ¿Por qué coño le llaman disco-bar? La relación con los griegos empieza mal.
Apartado especial merece el vinagre camarero del txiringuito del barco. ¡¡Vive y deja vivir, señor!!
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